Reseña: Bangkok Haunts

SPortadaiguiendo con lo saga de Bangkok 8 (y saltando en el order de publicación), llegamos a Bangkok Haunts. El autor nos lleva por caminos aún más oscuros que en el primer libro, con aparición prominente de un «juego del elefante», y menciones también (ya presentes en Bangkok 8) a la meditación con cuerpos en descomposición.

La trama se centra en el lado oscuro del fatalismo y la miseria – el abuso permanente hacia alguien que sólo consigue algo de poder más tarde en su vida usando su poder de seducción, y los abusos posteriores de esa persona sobre los demás. La perspectiva con la que de presenta la situación se refleja bien en la siguiente cita:

Los pobres de solemnidad no tienen yos (selves?) que destruir. Cuando tienen un poco de poder, saben que es sólo por un momento. No tienen práctica en preparar para el futuro. Generalmente no creen que tengan uno. […] Para los pobres, nacer es el desastre primario: poseer un cuerpo que tiene que ser alimentado y puesto a refugio de los elementos y cuidado, y con el ansia de reproducirse, de continuar. Todo lo demás son juegos de niños, incluyendo la muerte.

Respecto a lecturas relativamente recientes, el libro recuerda a Operación Princesa, por los comentarios sobre las gran cantidades de cocaína que se mueven en el mundo de los negocios y el del espectáculo, y la participación de cuerpos policiales y militares en el tráfico de esa sustancia.

Particularmente memorable el personaje del hermano de la asesinada, que escapó como monje. Relacionado con él, algo que también ya ocurre en Bangkok 8, y que puede llevar a conclusiones equivocadas al lector, es cuando se asocian explícitamente las perspectivas del narrador u otros personajes al budismo. Aunque es claro como muchas de ellas se pueden asociar con ideas dentro de las correspondientes tradiciones, no parece nada claro que sean perspectivas que la mayoría de la gente que se identifica con esas tradiciones compartiría (ni siquiera en Tailandia).